Fallece Felisa Bravo, la «matriarca» del proyecto Vencidxs

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Felisa Bravo, la republicana de 108 años y más lonjeva protagonista de nuestro proyecto Vencidxs, que publicaremos la próxima primavera, acaba de fallecer en París. Recuperamos la crónica que publicamos cuando la conocimos.

Felisa Bravo (Aldealcorvo, Segovia, 1904) vivió el estallido de la República con 27 años. Desde muy joven se dedicó a servir en casas, intentando siempre mejorar las condiciones de su trabajo. Durante la guerra su marido, guardia de asalto, luchó en el frente mientras ella inició la retirada con su hija. En Francia arriesgó su vida colaborando con la Resistencia. Su marido, del que no supo nada durante dos años, fue deportado a un campo de concentración nazi, saliendo de él moribundo.

Un rincón del apartamento donde vivía y conocimos a Felisa

Por AITOR FERNÁNDEZ

La verdad, fue el único motivo para ir a París. Después de ver de lejos las largas colas de museos y monumentos varios, llegamos a las afueras de París a visitar a Felisa Bravo, una mujer con un saco a rebosar de recuerdos vivos e hirientes, pero también una mujer, como de costumbre, llena de paz y sabiduría.

– Hemos viajado a París sólo para conocerla.
– ¿Sí?, bueno yo se lo agradezco mucho, yo estoy dispuesta siempre a estas cosas.
– Nos dijeron que estaba delicada de salud y no queremos molestarla mucho.
– Yo para esto nunca estoy delicada de salud. Sólo me falla la vista.
– Bueno es que ya son 107 años y no se puede tener todo…
– ¿Y por qué no? ¡Yo quiero tenerlo todo! ¡Yo quiero verlo todo!

Después del café y los chocolates que ella misma sirvió, Felisa empezó a desgranarnos su memoria. La verdad, fue una oportunidad para nosotros y una tarde inolvidable el escuchar a una mujer que tenía 27 años cuando se proclamó la II República.

De niña «traviesa» y de adolescente «rebelde«, durante la dictadura de Primo de Rivera le decía a sus compañeras de gremio, las chicas que “iban a servir a las señoras burguesas”, que exigieran un buen trato y el descanso oportuno que a ella ya le daban.

Durante la República Felisa se casó con un hombre del que siguió siempre enamorada y al que no quiso “reemplazar” cuando se quedó viuda, pues nadie podría haber sustituido nunca “a un hombre tan bueno y tan guapo”. Decía que su matrimonio, aunque corto (quedó viuda en 1948) fue ejemplar: “En una couplé es muy importante que las dos personas piensen y sientan igual, y así era con mi marido”. De ese matrimonio surgieron dos niñas; la primera murió, y la segunda, Nieves, fue una niña a la que Felisa tuvo que criar casi todo el tiempo sola, pues su marido primero fue al frente, luego a un campo de concentración en el exilio y de allí a un campo de concentración nazi, del que salió moribundo. Felisa dice haber llorado dos veces en su vida: la primera, cuando murió su marido, la segunda cuando murió su hija, muy enferma a los 70 años.

La verdad, podríamos llenar páginas y páginas sobre la vida y las palabras de Felisa, esta mujer que trabajó de sol a sol en tierra extraña, que nunca volvió a ver a su madre y que salvó a muchos franceses de los nazis. Pero no lo voy a hacer porque las cosas se tienen que hacer con paciencia y dedicación y Felisa, al igual que las 90 personas que ya llevamos entrevistadas, no han sido una reseña en un periódico, sino vidas por descubrir y de las que aprender.

– ¿Cuánto os quedáis en París?
– Sólo un día Felisa, nos tenemos que ir.
– ¿Tan pronto?
– Mi abuela está enferma y tenemos que volver ya
– Qué lástima, mándale un abrazo de mi parte. Las abuelas son muy importantes.

La verdad, sí lo son. Las abuelas rojas son ejemplos vivos de memoria, de tenacidad y de lucha por salir adelante. Porque no hay otro objetivo en la vida, ninguno más que el mismo de estas abuelas, que han aprendido y enseñado a amar en medio de mares de dificultades y desprecios. Las abuelas rojas que engendran nietos rojos. Las abuelas rojas que han sido nuestra semilla y el testigo en la lucha contra todas las desigualdades sociales.

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About Aitor Fernández

Fotoperiodista freelance para el massmedia hasta que fundó DateCuenta. Entre sus proyectos destacan “Las voces de los cayucos”, “Mujeres valientes” o “Vencidxs”, donde se recuperaron más de 100 memorias orales para entender nuestra historia más reciente. También es docente en nuestra escuela de comunicación libre.

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