Humano

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Alan Stivelman, el joven director que nos ha sorprendido con la película Humano, nos habla de las preguntas y respuestas trascendentales que encontró y respondió en su viaje iniciático a los Andes.

Por VERÓNICA TARANILLA >

 

[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Cuando uno busca dentro de uno es cuando se está encontrando con el resto»[/four_columns]

¿Qué fue lo que te llevó a hacer la película Humano?

Nunca tuve la conciencia de que iba a hacer una película. Yo estudié y trabajé en cine y escribí ficciones y había escrito mi primer documental en el año 2009. Se llamó: Tras las huellas del Titicaca. Pasó el tiempo, llegó el 2011 y tenía muchas ganas de conocer los Andes. Había leído mucho pero nunca había estado allí. Entonces, el motivo del documental fue conocer los Andes y saciar mi ansias de respuestas. Fui con 200 preguntas y una cámara. Preparado como para la guerra. No sabía con qué me iba a encontrar. Saqué un billete de ida sin vuelta. Quería volverme con una película pero no llevaba guión.

¿Qué tipo de preguntas llevabas?

Eran preguntas arquetípicas que todo el mundo se hace: qué es la vida, de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué es la muerte, etc.

Y entonces, ¿qué pasó?

Llegué y me encontré con una persona, que se llama Plácido, que es un Paco Andino. Paco sería algo así como chamán. Terminó siendo el encargado de contestarme, desde su visión, estas preguntas. A algunas de ellas no pudo contestármelas. O por desconocimiento o porque no puede. Y otras sí. Lo más fuerte que me dijo es esta frase: De nada te van a servir esas 200 preguntas porque no sos humano. Y ahí es cuando hice el clic y me pregunté: ¿Cómo es eso de que no soy humano? Me dio una mini crisis.

¡Qué susto!

Claro, un gran susto. Pero luego entendí que estaba llevando todas las preguntas fuera. Por ejemplo: ¿Qué es la humanidad? No, ¿quién soy yo? Y esa es la pregunta más difícil de todas. Entonces reformulé muchas de las cuestiones para traerlas hacia mi persona. Y pensaba: ¡qué egoísta! Pero no, en realidad, cuando uno busca dentro de uno es cuando se está encontrando con el resto. Es así la lógica. A eso lo entendí ahí. Una vez que reformulé mis preguntas, Plácido me propuso hacer un viaje por distintos lugares que no conocía y que ni siquiera busqué en Google. Fui lo más virgen posible. El me iba diciendo: a esta respuesta estaría bien hacerla en Chucuito, o en Sacsayhuaman,etc. Así fue como compartimos un viaje de tres meses y lo que se muestra en la película es una parte de eso. Quise hacerlo lo más sincero posible. Y no tenía ningún productor que me dijera, haz esto o lo otro. No había camarógrafo, ni sonidista, nada!

[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Fui con 200 preguntas y una cámara. Preparado como para la guerra. Quería volverme con una película pero no llevaba guión»[/four_columns]

Te preguntaba el por qué del título…

Hubo un momento cuando estábamos editando en el que no entendíamos nada. Era una catarsis de escenas sin hilo conductor. No se entendía. Me esforzaba por unir las escenas pero no tenían ningún tipo de hilo narrativo. Entonces, como peleábamos con Martín (mi amigo montador), decidimos parar un poco y me puse, más tranquilo, a escuchar el material. Descubrí que la palabra que más se repetía era ‘humano’. Y ahí decidí ponerle de título a la película, Humano, entre sajras y chulpas que son dos entidades de los Andes. Luego me dije: no, solamente Humano. Cuando puse ese título, el montaje se ordenó prácticamente solo.

Es muy curioso que precisamente la palabra ‘Humano’, que fue la que Plácido te dijo que debías resolver antes de responder a tus 200 preguntas, fuera la palabra que después puso orden a tu documental.

Totalmente, le puso orden, guión y tocó el arquetipo que hace que mucha gente esté interesada por la palabra misma. A partir de ese arquetipo, empiezan a pasar un montón de cosas con la película misma porque está tocando con la esencia de lo humano. Inconscientemente hicimos eso, tocamos justo algo. Es una palabra que se dice pero no se sabe qué es. Cuando alguien te dice: No sos humano, escuchas una campanita detrás de ti que te suena y piensas: Uy! ¿Qué me está diciendo? No es un insulto, pero… ¡qué feo!

Alan Stivelman | Foto: VERÓNICA TARANILLA

Alan Stivelman | Foto: VERÓNICA TARANILLA

Me hablas de la importancia de la palabra y de la carga de significado de la palabra ‘humano’. ¿Crees que en la actualidad le damos importancia a la palabra?

No, no le damos importancia. Ni a la palabra ni al verbo, tampoco.

¿Por qué crees que pasa eso?

Esa fue una de las preguntas que hice, no desde ese punto de vista pero medio parecido. Por ejemplo, le preguntaba a Plácido: ¿No deberíamos comunicarnos por telepatía ya? ¿De una manera más orgánica? Y él me contestaba que no, porque todavía no sabemos usar la palabra. Porque pensamos una cosa, decimos otra y sentimos otra. Esos tres niveles no están harmonizados. Imagínate, qué valor podemos darle a la palabra si una persona te está hablando y mientras te habla está pensando, sintiendo y diciéndote otra cosa. Va por tres canales distintos.

¿Descubriste cuál es la clave para armonizar esos tres canales?

Ser humano.

¿Qué es ser humano?

Creo que no hay una respuesta cerrada. Lo que se acerca a lo humano es la conciencia. Porque somos la única especie dotada de conciencia. Por eso también somos los más alejados de la naturaleza. Porque el resto de la naturaleza está unida en una misma conciencia pero el humano no. Pero, cuando tome conciencia de quién es, se volverá a unir a un orden. El humano no sabe dónde está. ¿Estamos más arriba de Dios, más abajo…? No sabemos.

¿Estamos perdidos?

Un poco.

Se comparte mucho el tema de la conciencia con otras disciplinas (psicoanálisis, budismo, el yoga). Todos ven a la conciencia como la clave. ¿Podría ser ésta la clave que nos ayude a vivir mejor?

Es ‘La’ clave, creo.

[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]En nuestra época, de boca para afuera, somos todos hermanos y compartimos todo, pero luego te la mandan a guardar. El primer eslabón es confiar.»[/four_columns]

¿Cómo es la distribución de la película?

La película tuvo un estreno tradicional en un festival de Varsovia. Porque de ahí vienen parte de mis ancestros. (Las hojas de coca me decían que este viaje habían sido impulsados por mis ancestros y entonces decidí estrenar allí). Estrené el 7 de diciembre en Internet y en cien proyecciones alrededor del mundo que fueron hechas por confianza y a la gorra. Ahí también aprendimos mucho. Creo que solo el 30% devolvió. El 70% restante nunca compartió. Me dije: «¡Uy, qué curioso!» Estamos en una época de una brecha muy grande donde, de la boca para afuera, somos todos hermanos y compartimos todo, pero luego te la mandan a guardar. Entonces, acordamos con el equipo frenar un poco y decidir nosotros a dónde ir. Empezamos a darle ese respeto que la misma película nos pedía. Conseguimos salas muy grandes en Argentina. Vamos a estrenar en Chile. Y ahora mismo se está estrenando en Bolivia. Vine a España con esa misma razón. Es un trabajo de hormiga. Nosotros mismos somos los distribuidores porque ningún distribuidor quiere la película porque como es documental piensan que no habrá gente en las salas.

Escuchamos por ahí que en tu modo de distribuir tu película incluyes un concepto tan extraño y tan revolucionario como es la Confianza en el otro. ¿Cómo es eso?

Y porque es como yo veo la vida. A veces me critican y me dicen: «¡¿Pero no controlas cuánta gente va a ver tu película!?» Me volvería loco. Hay un punto en el que tengo que soltar. De última, el problema lo tendrá el otro, no yo. Hoy en día nos estamos encontrando con esa situación donde hay un montón de salas en Argentina y en el resto de Latinoamérica que no nos han pagado nunca. Y estamos hablando de, quizás, mucha plata. Ahora estamos haciendo los reclamos y están entendiendo que, si no nos pagan, no seguiremos haciendo películas. No podemos vivir. Pero el primer eslabón es confiar. Después, si nos siguen tirando de la oreja, ahí puedo actuar.

Un fotograma del revolucionario film 'Humano', de Alan Stivelman

Un fotograma del revolucionario film ‘Humano’, de Alan Stivelman

¿Cuánta gente la ha visto?

En cine ya vamos por los 20.000 y en conjunto de proyecciones no tengo idea. Supongo que en total alrededor de 50.000 o 60.000.

[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Si uno va al médico, no le exige que lo atienda gratis. Pero con el arte sí pasa eso. Y creo que es un fenómeno que se da por la no expansión de los contenidos.»[/four_columns]

Escuchamos una frase tuya que decía: “La piratería es la contracultura de la no democratización del arte”.

Me parece que no hay una democracia en el arte. Hay dos brechas, una parte hiper-comercial y, por otra parte, la gente pidiendo que todo sea gratis. Se le exige al arte lo que no se le exige a otras industrias. No entiendo bien por qué… Si uno va al médico, no le exige que lo atienda gratis. Pero con el arte sí pasa eso. Se lo piratea, se lo abusa. Y creo que es un fenómeno que se da por la no expansión de los contenidos. Está todo tan segmentado que no hay agujeros. A los agujeros se los genera la piratería. Por eso hicimos nuestro propio sistema. En Sevilla estuvimos en un centro comercial y en Bilbao en un centro okupa. Nadie nos dice que no podamos hacerlo así porque somos libres en ese sentido. Y la gente tiene mucha conciencia con la película porque nadie la pirateó aún. Y eso es por la confianza.

¿Qué se encontrará la gente que va a verla?

Un viaje, un chico con preguntas, una persona con una sabiduría innata que trata de responderlas y las ganas de compartir. No esperen que haya respuestas después de esa película, sino más bien, más preguntas…

Nuestra Asociación se llama Date Cuenta. Dime algo que se te ocurra de lo que debamos darnos cuenta.

De que debemos ser Humanos.

¿Estás trabajando en algo más?

Como me quedó en el tintero lo de los misterios de los Andes, ahora estoy comenzando una nueva película que se llama El sello de los Dioses cuyo protagonista es un catalán que se llama Anselm Pi Rambla. Es un investigador que, para mí, es la persona más importante que tiene el mundo porque tiene la llave para desenterrar un montón de misterios de los Andes, especialmente del mundo subterráneo. Que es algo que no sabemos y que, si eso sale a la luz, marcará un gran cambio trascendental. Por eso estamos en ello.

¿Dónde ver ‘Humano’?

Podéis ver la última proyección del film Humano el 29 de Octubre en los Cines Girona de Barcelona. Para proyecciones en otros lugares y compra o alquiler del film, visita www.humanofilm.com

 

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About Verónica Taranilla

"Cada vez que mis profesores enviaban un informe a mis padres, destacaba una frase: “Manifiesta interés por investigar y compartir información" Por eso se convirtió en periodista. Amante de la música y la ética de la palabra, es también es fotoperiodista y docente de nuestra escuela.

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