Hoy decimos adiós a Conxa Pérez, la miliciana anarquista cuyo testimonio recogimos para Vencidxs. Participó en las colectivizaciones barcelonesas y regresó del exilio en Francia con un hijo que más tarde rescató de la muerte en la Maternidad.
Por MÓNICA SOLANAS y AITOR FERNÁNDEZ
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Las cosas cambian con la persuasión y el ejemplo. Si alguna vez hay que romper algún cristal, yo no lo veo tan mal.»[/four_columns]
«La guerra fue una monstruosidad, las guerras no sirven para nada. Nosotros queríamos cambiar la sociedad, encaminarla poco a poco hacia lo nuestro. Las cosas cambian de muchas maneras, por ejemplo con la persuasión y el ejemplo, pero si de vez en cuando hay que romper algún cristal, yo no lo veo tan mal»
La Revolución existió. Para Conxa, la Revolución fue un momento feliz. Y los primeros años de la República también significaron un episodio luminoso para ella, «representaron una explosión del movimiento libertario». No pudo ir a la escuela, pero le enseñaron sus lecturas de Federica Montseny, de Víctor Hugo, de Federico Urales, de Bakunin. Afiliada a las Juventudes Libertarias y a la FAI, que su padre fuese uno de los fundadores de la CNT le permitió ser la primera mujer que asistía a las reuniones de la Confederación.
La vida de Conxa ha sido muy larga. Participó en las huelgas del transporte; creó redes de ayuda de hijos de obreros; abrió una escuela Racionalista; pasó cinco meses en La Modelo; se independizó muy joven del machismo de su padre y hermanos; aprendió a disparar y a fabricar armas. Vivió el frente en Aragón corriendo entre las balas pero «con mucho entusiasmo»
En mayo del 37 «la ilusión por la Revolución se fue esfumando»: la guerra estaba perdida y «los conflictos entre las diferentes fuerzas de izquierdas» no ayudaban a tener esperanzas. Las buscó cruzando la frontera al año siguiente, pero su camino fue a dar con el campo de Argèles-sur-Mer. Deseaba volver a España. Y lo hizo. Con el pequeño Ramón llegó a una Barcelona desoladora, «me costó mucho levantar cabeza». Dejar temporalmente a su hijo en la Maternidad no la ayudaba: «Si llego a tardar un poco más me lo matan: cuando me lo dieron estaba completamente desnutrido.»
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Si no nos entendemos entre quince o veinte, ¿cómo vamos a cambiar el mundo?.»[/four_columns]
Pero la vida de Conxa ha sido muy larga. Y salió adelante. Con su compañero. Con su pequeño negocio en el Mercat de Sant Antoni. Transmitiendo «la memoria a muchos jóvenes que se interesaban en ella» cuando murió Franco. También penando porque la Transición no hubiera traído la creación de un sindicato fuerte.
«Hoy les diría a todos los jóvenes que cuestionaran su juventud. Que miren cómo viven y qué es lo que es necesario cambiar». Y que trabajen contra la falta de unión. También les pediría unión, porque «si no nos entendemos 15 o 20, ¿cómo vamos a cambiar el mundo?». Hoy que nos ha dejado, tenemos el deber moral con Conxa de buscar esa unión, de seguir transmitiendo su memoria. Nuestra Memoria.
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La despedida de Conxa será mañana a las 14,15h en Les Corts (Barcelona). Hoy, familia y amigos estarán en el tanatorio de Les Corts a partir de las 18h.
[…] DateCuenta, «¿Cómo vamos a cambiar el mundo? Adiós a Conxa Pérez», https://www.datecuenta.org/como-vamos-a-cambiar-el-mundo-adios-a-conxa-perez/ […]
[…] El de Conxa Pérez es uno de los 107 testimonios que recoge Vencidxs, un proyecto de memoria histórica realizado por la asociación de comunicación y periodismo Datecuenta. […]
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