La fecha del 15 de diciembre de 1992 marcó un antes y un después en la vida de la familia Álvarez. Desde entonces, cada año llevan flores para reivindicar la muerte del hijo que les arrebataron. Tras retirar las secas, una y otra vez colocan las frescas, una y otra vez vuelven a dar vida a un caso que las autoridades dieron por muerto hace mucho tiempo.
Por ALUMNADO CURSO FOTOPERIODISMO > Seguir a @dcuenta
Esa noche fue la última vez que el joven de 20 años Pedro Álvarez acompañó a su casa a Yolanda, su prometida, en el barrio de la Torrassa de L’Hospitalet de Llobregat. En ese momento, un Opel Vectra blanco irrumpió a gran velocidad y estuvo a punto de atropellarla. Acto seguido se inició una discusión que el conductor zanjó con tres tiros en la cabeza del joven, que ingresó muerto en el Hospital de Bellvitge. Tras interrogatorios, ruedas de reconocimiento y otras pruebas que apuntaban hacia el policía nacional José Manuel S.F., la jueza que se encargó del caso decidió que no eran concluyentes para inculparlo. El policía siguió ejerciendo sin que ninguna investigación consiguiera volver a abrir el caso de forma efectiva.
La madre y el padre del joven, desde entonces, añadieron un trabajo más a su vida cotidiana, la lucha por hacer justicia por su hijo y por concienciar a la ciudadanía en lo que ellos consideran que no es un caso aislado. La Coordinadora por la Prevención y Denuncia de la Tortura (CPDT), que este año ha participado en las jornadas de la Plataforma Pedro Álvarez, denuncia que más de 883 personas han muerto en los últimos diez años bajo custodia policial en el Estado español. Jonathan Carrillo y Juan Andrés Benítez, muertos por presuntas agresiones de los Cuerpos de Seguridad, Yassir El Younoussi, Toni Cordero y Idrissa Diallo, muertos en dependencias policiales y CIEs y Patricia Heras y ‘Bolan’, a consecuencia de las las supuestas torturas psicológicas recibidas, son vidas rotas que año tras año va añadiendo la Plataforma a la lista de abusos de poder.
Este año los actos incluían dos conferencias de la CPDT y Amnistía Internacional en la Universitat de Barcelona y en un centro cívico de L’Hospitalet, un cenador en la Kasa de la Muntanya (el Centro Social Okupado que días después fue sometido a un registro policial dentro de la criticada Operación Pandora), una bicicletada frente al ayuntamiento de L’Hospitalet (consistorio que en más de dos ocasiones ha prometido ayudar con el caso) y la ya tradicional ofrenda floral en el lugar del asesinato de Pedro. Los actos concluyeron con una manifestación a la que acudieron unas 300 personas.
22 años después, Juan José Álvarez, padre del joven, se pregunta todavía cómo puede ser que la gente no responda en bloque a tremendos casos de abuso de poder. Sigue sintiéndose agradecido por el apoyo recibido año tras año, el caso vivo de abuso de poder, según la Plataforma, más antiguo de Europa. Quizá mantenerlo vivo sea la mayor victoria a la que puedan aspirar.