Teresa Álvarez, enlace de la guerrilla: «Lo hacía por si alguien nos ayudaba, en Europa»

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Nací en una familia de izquierdas y mi padre apoyó a los guerrilleros de la Cabrera desde el principio. En 1940 me casé con Elías y en 1951 lo mataron para hacerlo pasar por el asesino de Girón, el guerrillero más célebre del Bierzo. Pero yo seguí apoyando la causa guerrillera.
Por AITOR FERNÁNDEZ

Teresa Álvarez, en un momento de la entrevista | Foto: AITOR FERNÁNDEZ

Teresa Álvarez, en su residencia de Ponferrada | Foto: AITOR FERNÁNDEZ

Seguimos recuperando entrevistas inéditas que no pudimos incluir en el proyecto Vencidxs. Ésta fue realizada a Teresa Álvarez (Castrohinojo, 1911-Ponferrada, 2006) en marzo de 2002.

Yo estoy encantado de conocerla, porque no sé casi nada de la guerra, así usted me puede contar. 

¡Muy bien!

¿Qué recuerda de su infancia?

Recuerdo que me gustaba mucho bailar. Cuando yo era pequeña iba por los pueblos con mi padre, pidiendo, cuando venía una fiesta. Aprendí a tocar el pandero, mi padre tocaba la gaita y yo el pandero, ¡hacíamos un contraste! Pasé una juventud muy buena, pero me casaron de 19 años.

Y se le acabó la juventud…

Yo no quería casarme, pero entonces los padres casaban a los hijos. El día que me enteré venía para el pueblo y me lo iban diciendo, me decían: “Felicidades, ¡que te casas!” Yo no sabía nada, pero mi padre quería tanto a ese chico… Entonces fui llorando a hablar con el cura, llegué y le dije: “Pero padre, ¡si yo no me quiero casar con ese chico!” Y valía más que yo, pero siempre lo había visto por casa y yo lo quería como un hermano. Luego fui a hablar con mi padre y me dijo que si no me casaba, que hiciera la maleta y me fuera. Si fuera hoy le hubiera dicho: “¡Anda, quédate ahí!”, pero en aquel entonces… Pues me achiqué y me casé.

Pero se quedó viuda enseguida

A los veinticinco años ya estaba viuda, con dos hijos.

[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Pasamos una vida muy crítica. La guardia civil, los moros, la secreta… Todo el día vigilándonos y haciéndonos preguntas.»[/four_columns]

Y luego se casó con Elías Álvarez

Sí, a los 32. Elías era un primo carnal. Su padre tenía un capital muy fuerte y fincas y, claro, me cargaron la conciencia con tanta finca y yo vi que eso era lo mejor para mis hijos. Mi madre también me lo aconsejó y al final me casé con él. Pero fuimos felices. ¡Tuvimos otros tres hijos! Pero entonces lo mataron. Por una equivocación, bueno, no fue una equivocación, fue por [José Rodriguez] Cañueto, de Santa Eulalia.

Cañueto fue el infiltrado que mató a Girón

Sí. En una fiesta, Elías estuvo hablando con una chica y la acompañó hasta la puerta de casa. Llegó Cañueto y le dijo que porqué la acompañaba, si era su novia. Mi marido, que no sabía nada, tuvo unas palabras con él hasta que se pelearon, pero pudo más mi marido.

¿Pero Cañueto era guardia civil?

Cañueto no era nada, pero era un traidor. Luego Cañueto quiso ingresar con los del monte. Ingresó, con permiso de la Guardia Civil, para matar a Girón. Cuando lo mató, quiso presentar a mi marido como si él hubiese sido el que lo hubiera matado. Aquel día mi marido estaba trabajando en una mina de wolfram en Casaio. Lo cogieron y lo mataron. Luego los expusieron diez días, a mi marido y a Girón.

¿Su marido también era enlace como usted?

Mi marido no estaba metido en la guerrilla, pero los ayudábamos, vivíamos con ellos. Toda la Cabrera los ayudaba. Había que darles de comer porque iban con una pistola y si decían: “Queremos mesa para tantos”, pues había que hacerla. Y los jamones, si había, dárselos a ellos, ir a trabajar con pan y cebolla. Sábanas, colchones, la mejor carne, todo se lo teníamos que dar.

Una vida difícil

Pasamos una vida muy crítica entonces, pero sobre todo porque estábamos siempre con el corazón apretado. La Guardia Civil, los moros, los de la policía secreta… todo el día vigilándonos y haciéndonos preguntas.

¿La detuvieron alguna vez?

Todas las semanas nos llevaban a Truchas, a Astorga, a declarar. A mí nunca me pillaron nada, pero me ponían en muchos apuros, muchas preguntas. Una vez nos llevaron a mi madre y a mí, juntas, a declarar. Y era verdad que habían estado dos asturianos en casa, Valentín y César. Nos cogieron y nos pusieron a una en cada habitación, diciéndonos que tal día estuvieron dos rojos en nuestra casa. Yo lo negaba, pero me dijeron que mi madre había dicho que sí. Yo les dije: “Pues sabrá ella, que yo no sé nada”. Y a mi madre le decían lo mismo, que yo había dicho que sí. Pero ella decía que no, que ella no había visto a nadie. No pudieron sacarnos nada.

¿Y cuánto duró la guerrilla?

Desde el 36 hasta el 50, cuando mataron mi marido. Mucho les dí yo de comer a todos. Nosotros los ayudábamos, pero no sabíamos que había fuera de La Cabrera, o de El Bierzo.

[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]No había traidores porque los del monte implicaron a todo el pueblo.»[/four_columns]

¿Qué hizo cuando acabó la guerrilla?

Cuando acabó, yo iba yo a llevar correspondencia [propaganda del PCE clandestino] a entregar a un comerciante de Villablino. Era correspondencia que traían de Francia, yo la llevaba en un bolso grande de cremallera. Una vez marché en tren y entró la Guardia Civil, pero yo marché y dejé el bolso. Si lo encontraban yo no sabía nada, me fui lejos y cuando bajaron el bolso estaba todavía ahí, no faltaba nada de dentro.

Teresa Álvarez, en un momento de la entrevista. | Foto: AITOR FERNÁNDEZ

Teresa Álvarez, en un momento de la entrevista. | Foto: AITOR FERNÁNDEZ

¿Por qué hacía usted todo esto?

Yo todo esto lo hacía por la idea mía. A mí nunca me gustaron las derechas ésas. También lo hacía por si alguien nos ayudaba, en Europa. ¡Más tarde me riñeron mucho los hijos! También otras veces íbamos de noche a pegar propaganda una vecina y yo en los camiones. ¡Si me pillan también haciendo eso…! Ahora ya ha pasado todo y ya podemos hablar de eso.

Hoy ya no hay esos problemas

Hoy también hay muchos problemas, con esta derecha, mira cuántas guerras y problemas hay, ni hay trabajo para la juventud, ¡en mi tierra hay muchas canteras de pizarra que se pueden trabajar!

Usted pasaría mucho miedo

Sí, pero no teníamos miedo de que nos delataran, de eso no. No había traidores porque los del monte implicaban a todos los del pueblo. Yo vivía en la primera casa y el primer día llegaron y pidieron mesa para siete. Pero al día siguiente avisaban a otra, hasta que comieron en todas las casas. Sólo uno, al cartero, que sí tiraba un poco para las derechas, le dieron un susto y ya se calló, ya no dijo nada más.

Vaya historia

Sí, querido, ¡tengo una historia, una vida que yo pasé, lo que yo luché y les llevé a comer al monte! Yo tuve la suerte de que nunca me pusieron la mano encima nadie, a muchas les pegaron, pero a mí nunca.

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About Aitor Fernández

Fotoperiodista freelance para el massmedia hasta que fundó DateCuenta. Entre sus proyectos destacan “Las voces de los cayucos”, “Mujeres valientes” o “Vencidxs”, donde se recuperaron más de 100 memorias orales para entender nuestra historia más reciente. También es docente en nuestra escuela de comunicación libre.

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