Darío Rivas inició en 1952 la ardua labor de recuperar los restos de su padre, alcalde “socialista de corazón” de Castro de Rei asesinado por los falangistas en 1936. En 2005, con ayuda de la ARMH, logró recuperarlos y llevarlos junto a los de su madre; «volvió a casa para descansar», escribió en la lápida. Cinco años más tarde se convertía en el primer querellante en Argentina contra los crímenes del franquismo. Darío Rivas, que el pasado jueves 31 de julio recibió la más alta distinción de la Diputación de Lugo por su defensa de los represaliados del franquismo, no quiere homenajes para él. “Este reconocimiento no tendría que ser para mí, sino para las víctimas.”
Por MÓNICA SOLANAS > Seguir a @monicontomate
62 años ha tardado un organismo público en reconocer el camino recorrido por Darío Rivas. Un trayecto arduo. Pero el empeño de este argentino de adopción no ha flaqueado en todo este tiempo. 62 años después, su labor en pro de los derechos humanos y de defensa de los represaliados y familiares de las víctimas de la dictadura franquista ha recibido la máxima distinción que la Diputación de Lugo le podía entregar: la placa de honor de la provincia. Fue en un acto al que acudieron, entre otros muchos asistentes, los alcaldes de los ayuntamientos de la provincia donde, tras el golpe de Estado del 36, los falangistas reprimieron y asesinaron a los entonces alcaldes. “Oficialmente, con este acto se reconoció que Franco fue un dictador. Y esto es algo que no había pasado antes en un acto público”. Algo muy importante, también para Carmen García-Rodeja, voluntaria de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y una de las impulsoras del homenaje. “Para nosotros era fundamental que el reconocimiento tuviera lugar desde un organismo público”.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Fue un acto democrático aunque no haya democracia. Franco aún está en España viviendo.»[/four_columns]
Había alcaldes del Partido Popular entre los representantes municipales presentes en la entrega del premio. “Asistieron y elogiaron el acto”, explica Rivas. También del Partido Socialista y del Bloque Nacionalista Galego. “Era importante que estuvieran los alcaldes de varios pueblos, diciendo que en su municipio hubo represión, que hubo asesinatos franquistas”, señala Carmen García-Rodeja, “sólo en la provincia de Lugo se asesinaron nueve alcaldes y hubo el mismo número de represaliados. La diputación de Lugo debía comprometerse con Darío”. Este punto era importante para los organizadores: Severino Rivas Barja, alcalde electo por mayoría absoluta del municipio de Castro de Rei, fue secuestrado y encarcelado por los falangistas el 26 de agosto de 1936. Dos meses más tarde, sus secuestradores le asesinaron y le enterraron en una cuneta en Portomarín. En 1952, Darío, que vio a su padre por última vez cuando tenía 9 años, viajó a España. Fue entonces cuando tomó la determinación de recuperar sus restos. Reconstruyó la historia por casualidad: una vecina le contó cómo, siendo una niña, vio a dos asesinados a las afueras del pueblo; otro vecino, presente en el asesinato, le explicó cómo estuvieron durante días velando los cuerpos. “Darío me dio una lista de personas a las que quería que invitase al acto”, explica Carmen. “En esa lista estaban los nombres de los familiares de esos dos vecinos”.
En 2010, Darío da inicio a la querella argentina contra los crímenes del franquismo. Se sumaron otras víctimas. También las hubo que no quisieron unirse al grupo de querellantes. “¿Usted cree que es fácil revivir todo aquello? ¡No! Hay muchos motivos por los que algunas víctimas y familiares no quisieron sumarse”. Un día antes del reconocimiento, el grupo de expertos de Naciones Unidas sobre desapariciones forzadas o involuntarias publicaba su informe final tras su visita en septiembre de 2013, en el que dan a España un plazo de 90 días para «presentar un plan de implementación de las recomendaciones que hacen sobre este asunto: entre otras, que el Estado se implique activamente en la búsqueda de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la dictadura, que la justicia española deje de ampararse en la Ley de Amnistía para no investigar estos hechos y que nuestro país ratifique que los crímenes de guerra y de lesa humanidad no prescriben». “La querella también tuvo que luchar contra la indiferencia”, afirma rotundo Darío Rivas.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]¿Cómo pueden hablar de democracia si no dejan recordar a los muertos? Quien olvida no tiene sentimientos.«[/four_columns]
Al acto de homenaje, además de los alcaldes de las poblaciones de la provincia de Lugo, acudieron personas de muchos ámbitos para acompañar a Rivas. Entre ellas, Ascensión Mendieta, otra de las querellantes y una más del grupo de víctimas y familiares de desaparecidos del franquismo y la dictadura. También asociaciones y representantes del mundo cultural: poetas, escritores y músicos entre otros. Muchos de los que no pudieron asistir enviaron notas de apoyo. “Había muchas notas enviadas por correo, ¡incluso grabaciones en vídeo! Fue imposible verlas todas”, puntualiza García-Rodeja. También de Argentina: “Llegaron más de 300 adhesiones de allí. Yo estoy muy agradecido a Argentina”, dice Darío Rivas.
“Sobre todo, este ha sido un homenaje al drama que supuso todo lo que sucedió en la Guerra Civil. No quiero que se mezcle la política, ni tampoco pretendo nada para mí”. Darío recalca que hubo víctimas en ambos bandos, también apunta que solo hubo reconocimiento para las de una parte. “Fue un acto democrático aunque no haya democracia. Franco aún está en España viviendo. ¿Cómo pueden hablar de democracia si no dejan recordar a los muertos? Quien olvida no tiene sentimientos”. Su edad (nació hace 94 años) no ha mermado en absoluto su claridad de pensamiento. “No comprendo que en el pueblo español no haya surgido nadie que diga ¡Basta!”. A pesar de ello, señala que cree necesaria “la reconciliación, pero con humildad, sin pelea. Las discusiones solo llevan a la guerra. La única solución es que se celebren unas elecciones libres y que se instaurara una democracia que fuera real”.