Fallece Laurentino Fernández: «Mi madre me inculcó no creer en la venganza»

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«Mi madre me inculcó no creer en la venganza, y yo lo creí y lo creo.» Con esta pasión nos hablaba Laurentino Fernández, en la habitación de su residencia hace poco más de un año, el hijo de una maestra asesinada en un pueblo leonés que pudo salvar la vida de su padrastro alistándose a la División Azul. Nos contó que cuando la ARMH lo llamó para decirle que los restos de su madre habían sido localizados, se pasó media hora llorando sin parar. Recordaba una y otra vez la escena que Santiago Macías publicó ayer en su facebook: «No sabe usted lo que es contemplar a la hija de un excautivo, sentada a pie de la fosa, muy enferma ya, -se refería a su esposa, que siempre le apoyó en la búsqueda del cuerpo y que falleció al poco tiempo- viendo cómo limpiaban los huesos de mi madre.» Laurentino Fernández es uno de los 107 personajes del proyecto «Vencidxs», en el que seguimos trabajando a contrarreloj.

Obituario de SANTIAGO MACÍAS (ARMH)

AITOR FERNÁNDEZ | Laurentino Fernández sujeta la imagen de conserva de madre, poco antes de ser asesinada, y que tenía a la vista en el el escritorio de la habitación de su residencia.

Acaban de comunicarme el fallecimiento de Laurentino Fernández Blanco, una de las personas más íntegras que he tenido la suerte de conocer.

Nacido en 1918, siendo muy niño quedó huérfano de padre (un militar muerto en la batalla de Annual -Marruecos- también llamado Laurentino) y de una maestra -María de los Desamparados Blanco- que tras el fallecimiento de su primer marido se casó con otro maestro siendo ambos destinados a la montaña leonesa.

En el verano de 1936, semanas después del golpe de Estado militar, el jefe de la Falange de Riaño ordenó asesinar a la pareja de docentes, deteniendo por error a un tercer maestro, Eusebio de la Riva, que también ejercía en Burón y que sería asesinado junto a la maestra al confundirlo con el marido de ésta.

Del boca a boca ha trascendido que aquel maestro llegó debilitado a la ejecución por las torturas recibidas, pero que María se defendió con valor enfrentándose a sus ejecutores hasta el final. Y que sus gritos se escucharon en todo el pueblo. Luego, la mujer de uno de aquéllos asesinos tuvo la desfachatez de quedarse con varias de sus prendas -como su abrigo y su bolso- para lucirlas durante años por el pueblo.

Laurentino y su padrastro huyeron del pueblo siendo detenidos en León y encarcelados en uno de los campos de concentración más siniestros del país, San Marcos, del que pudieron salir milagrosamente con vida.

La última vez que vi a Laurentino fue hace dos años, en la misma celda donde estuvo preso, hoy convertida en comedor del Parador Nacional; aquel día nos reunimos con su familia para celebrar la entrega de los restos de su madre, exhumada por la ARMH en el verano de 2009, para darle una sepultura digna.

Jamás olvidaré su historia, y se la contaré a mi hijo una y mil veces para que tampoco la olvide.
Descansa en paz, compañero.

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About Aitor Fernández

Fotoperiodista freelance para el massmedia hasta que fundó DateCuenta. Entre sus proyectos destacan “Las voces de los cayucos”, “Mujeres valientes” o “Vencidxs”, donde se recuperaron más de 100 memorias orales para entender nuestra historia más reciente. También es docente en nuestra escuela de comunicación libre.

There are 2 comments

  1. Fernando

    Gracias por recordar hoy la muerte de mi Padre. Gracias por recordar a mi Madre que agostó sus últimas fuerzas para estar allí presente con una fortaleza perseverante. Gracias por recordar la Historia de España que algunos desalmados tratan de ocultar y tergiversar.
    Hoy he estado releyendo su obra : » Recuerdos de la División Azul: Fui guerrillero (1941- 1943)» cuyo trasfondo es de gran profundidad para poder entendernos y conocer más sobre los militares españoles militantes comunistas.

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