La caja de cerillas

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Caja plástica de cerillas encontrada en la fosa de Joarilla de las Matas, junto a uno de los 22 mineros represaliados.

De nuevo mil quilómetros viajados para conseguir dos entrevistas más para nuestro proyecto Vencidos, y a la vuelta decidimos pararnos un par de noches con nuestros amigos de la ARMH que estaban abriendo otra fosa más en Joarilla de las Matas, al sureste de la provincia de León.

A las siete de la tarde y debajo de un sol eterno estaban todavía trabajando. Una caja de cerillas de plástico es lo primero que nos enseña René, el arqueólogo, porque quizá lo más impresionante de una fosa es poder ver los objetos personales de las personas que fueron represaliadas, ya que con ellos salen a la luz sus profesiones, su forma de vida, sus sentimientos… Dos peines, varias hebillas y una caja de cerillas de plástico para que no se humedecieran dentro de la mina.

La apertura de la fosa confirma que la historia es cierta, aunque muchas personas debatan a estas alturas todavía la existencia o la gravedad de este tipo de hechos. El cinco de noviembre de 1937 veinticuatro mineros fueron sacados por los fascistas de la finca de Cistierna, en la cuenca de Sabero, en donde estaban secuestrados, para ser asesinados a ochenta quilómetros al sur, en un viaje que por entonces duraba varias horas. Setenta y cuatro años después son rescatados de una fosa llena de proyectiles y alambres que les ataban las manos.

A estas alturas, y viendo cómo viajan las noticias desde que Internet existe, supongo que esta historia de terror ya ha sido explicada (aunque no lo suficiente: una señora nos dice al entrar al pueblo, al preguntarle, que ahí no había ninguna fosa de la guerra civil). No se habla tanto (quizá no es muy periodístico, o porque en realidad ellos no son los protagonistas de la noticia) del cariño con el que todas estas personas realizan el trabajo de investigar, reconstuir la historia, localizar y exhumar las fosas.

No se habla de cómo Marina, una voluntaria, trata de imaginarse, con la carne de gallina, el viaje que habrían vivido los mineros hasta su destino y lo mucho que ellos pensarían en sus familias. De cómo Marco, el vicepresidente, sigue hojeando durante la cena las actas de defunción que acaban de ser recogidas en el Registro Civil de Sabero, tratando de reconstruir más identidades y vidas. De cómo Óscar, el fotógrafo, se va a dormir a las dos de la mañana para enviar las fotografías que confeccionen las notas de prensa. De cómo Núria se cuida a la perfección de la logística para que no falte ni un detalle, y luego se pone a cribar cada palmo de tierra para que no se cuele ni un pequeño hueso. De cómo Álex inventaria cada objeto personal con el afán de un historiador que está abrazando la historia. De cómo François, Jona o Marcos han venido de Francia, Estados Unidos o Guatemala para poder vivir estos acontecimientos. De cómo los dieciocho voluntarios limpian cada hueso con la delicadeza del que construye un castillo de naipes a punto de desmoronarse. De cómo la gran mayoría de estas personas trabajan sin cobrar un solo euro, invirtiendo su tiempo libre en dar un poco más de claridad a este negro tiempo, y además con pasión y sin descanso. Investigan sin la ayuda de policías. Documentan las pruebas sin la ayuda de los jueces.

La verdad, no sé cómo puede haber personas (periodistas, políticos o personas de a pie) que todavía digan que con este trabajo se reabren heridas, que no hace falta o que se tienen que invertir los recursos (el presupuesto ridículo, deberían decir) en otras cosas más necesarias que éstas. Probablemente tengan los bolsillos bien llenos de todo (y de nada). Ellos no llegarán a ver nunca los alambres, las hebillas, no llegarán nunca a ver esa caja de cerillas aunque fuera fotografiada mil veces, no verán nunca el horror de lo que nuestros antepasados hicieron porque no lo quieren ver. Pero yo sí la he visto y también he visto el esfuerzo que supone hacer esta labor, y por eso lo escribo desde este pequeño altavoz que tengo.

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About Aitor Fernández

Fotoperiodista freelance para el massmedia hasta que fundó DateCuenta. Entre sus proyectos destacan “Las voces de los cayucos”, “Mujeres valientes” o “Vencidxs”, donde se recuperaron más de 100 memorias orales para entender nuestra historia más reciente. También es docente en nuestra escuela de comunicación libre.

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