Omar le pone rostro a la muerte. Siente que estos son sus últimos suspiros en este mundo. Suplica a las fuerzas de seguridad que avisen a su madre, quiere despedirse. Madrugada del viernes 28 de marzo de 2014. Las noticias “alertan” que alrededor de 800 personas han intentado entrar a Melilla. Omar era uno de ellos. Recorrió más de 4800 km para perseguir sus sueños en Europa, hoy solo quiere olvidarlo todo.
Por DANIELA FRECHERO > Seguir a @danielafrechero
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Todo tiene su precio, los ahorros comienzan a esfumarse. Su vida cuesta 25.000 francos»[/four_columns]
LA DESPEDIDA
Omar se estrecha en un abrazo con la persona que le dio la vida. Ella teme por su destino, él intenta transmitirle confianza. Ninguno de los dos sabe que ese momento no se repetirá en mucho tiempo. Él quisiera congelar en su memoria ese instante y todo lo que lo rodea.
Parte una mañana hacia Maradí (Níger), su hermana lo espera. Necesita la bendición de su Dios para emprender su viaje. Llaman al Imán de la mezquita y leen juntos el Khoram durante 5 horas. Omar ya se siente preparado, empaca sus pocas pertenencias. Comienza a acostumbrarse a las despedidas, sin ser consciente aún.
PUERTAS DEL DESIERTO
Su próximo destino es Arlit (Níger), puertas del desierto. Su primo, gran conocedor de la ciudad, le consigue al mejor desconocido para atravesar el Desierto de Tamanrasette (Argelia). Todo tiene su precio, los ahorros comienzan a esfumarse. Su vida cuesta 25.000 francos. El silencio se convierte en el mejor amigo, nunca debes pronunciar que te diriges a Europa. Estas coordenadas ya no figuran en el mapa, el kilómetro siguiente es igual al anterior y al próximo. No alcanzan los santos y los rezos para que la piedad se haga presente. Las pocas señales que se ven por el camino, son de muerte: ¿humano o animal?, huesos. Un día y una noche dura la travesía.
A tan solo 5 km antes de llegar a Tamanrasette, son abandonados a su suerte. El conductor no puede continuar, podría tener problemas. Omar intenta mantener la calma, cree poder ver la ciudad desde allí. De ahora en adelante, todas las entradas serán por la puerta de atrás. No tiene “papeles” y las fronteras están cerradas. Reza a su Dios, sus esperanzas siguen intactas.
Pocas almas deambulan por las calles, llega a un mercado. Es la primera vez en su vida en que estaba en un sitio en el que la gente no tiene su mismo color de piel.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]A Omar le encantan los camiones y quisiera estudiar mecánica, llegar a Europa haría posible su sueño»[/four_columns]
DECISIONES
Otra vez toca partir. Recuerda a su madre, se encomienda nuevamente a los deseos de su Dios. Otro autobús, otro día y otra noche viajando. Pasará primero por Ghardaia (Argelia) para llegar a Orán (Argelia). Allí un amigo lo espera, Rabiu. Comienzan a trabajar juntos en la construcción, le enseñará a Omar cómo desenvolverse en este nuevo mundo. Los meses van pasando, Rabiu decide partir; pero Omar aún no se siente preparado. Debe ordenar su vida, continuar trabajando, ayudar a su madre.
Las noticias llegan a pesar de la distancia: Rabiu ha cruzado a Europa. Omar tenía dos opciones para hacerlo: Italia por mar, pasando primeramente por Libia o España, atravesando Marruecos y las vallas que lo separan de Melilla. El éxito de Rabiu lo decanta por la segunda opción.
MARRUECOS
El siguiente destino es Marruecos, para ello contacta con un “conocedor” del camino, que también pondrá precio. Pasan la noche en su casa. Omar ya no viajará solo, lo acompañan 5 personas más.
Oujda, uno de los puntos mas importantes de la ruta subsahariana, antesala a Europa. Entrarán caminando, pasando por varios poblados. Omar aún confía, siente que está ya a un paso de conseguir su “sueño”: a Omar le encantan los camiones y quisiera estudiar mecánica, llegar a Europa haría posible su sueño.
LOS CAMPAMENTOS
Otra imagen que se repite, vuelven a ser abandonados antes de llegar. Logran entrar a Oujda y se dirigen a uno de los asentamientos, ubicado en un recinto a cielo abierto perteneciente a la universidad de esa ciudad. Omar comienza a abrir sus ojos. Comprende las reglas, busca al responsable de su comunidad, quien da el visto bueno para su estancia allí, pago de por medio. Omar dispone ahora de unos pocos metros cuadrados, su “hogar” será una tienda hecha con plásticos, mantas y palos de madera. Todo ello provisto por la ONG Médicos del Mundo.
Poco es el dinero con que cuenta y aún queda camino por recorrer, teme por su supervivencia. Sólo dos noches serán las que pasará allí.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Omar tiene un mal presentimiento. Se acerca a un lugareño y le pregunta hacia dónde se dirigían. ¡Al otro extremo de Marruecos!»[/four_columns]
NI BRÚJULAS, NI MAPAS
Nador será el próximo punto del mapa al que deben llegar, pero antes irán hasta Taourit, ese es el mejor camino, el mejor despiste. No llevan ni brújulas ni mapas, solo la memoria les guiará, recordando las palabras que alguien les pronunció.
Deben esperar el tren de mercancías, aguardan dos días allí, duermen en la estación. Cartones les sirven de refugio y de escondite. La segunda noche es la elegida para partir.
Tres horas pasan y el tren sigue su marcha, Omar tiene un mal presentimiento. Se acerca a un lugareño y le pregunta hacia dónde se dirigían. Se dirigía al otro extremo de Marruecos, Casablanca. La peor noticia, el grupo comienza a alterarse. Omar los tranquiliza. Se bajan en la siguiente estación, Taza, y les propone tomar un autobús directo a Nador. Se resisten a la idea, temen ser atrapados. Los convence, toman el riesgo.
EL CEMENTERIO
Sus pies pisan Nador y la Estación de policía es lo primero que ven. Procuran ser invisibles. Deben llegar a Beni Enzar, a poco kilómetros de allí. Omar le pregunta a un taxista si podía llevarlos allí, acepta y les cobra una cifra bastante elevada. Hoy Omar sonríe al recordarlo, sabe que hoy no pagaría tal importe.
La noche como mejor compañera. Una vez en la estación de Beni Enzar deben encontrar el cementerio para ascender hasta el Monte Gurugú. Esas eran las indicaciones. Pero no hacen más que volver al punto de partida, una y otra vez. Omar juega su última carta, llama a un hombre que vive en este monte, la espera dura hasta las 5 de la madrugada. Los lleva a la cima y les ofrece un lugar para descansar.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]En el Gurugú, Omar no puede creer lo que sus ojos ven: personas viviendo en condiciones inhumanas. Teme que esa vida le devore»[/four_columns]
EL GURUGÚ
La noche da paso al día y Omar no puede creer lo que sus ojos ven, personas viviendo en condiciones que nunca antes había visto. Reza a su Dios, le suplica que lo haga cruzar pronto las fronteras. Teme que esa vida le devore. Cuentan los pocos dirhams que les quedan, reúnen 300. Importe que les cubre la estancia semanal a todo el grupo.
Omar cree comprender las reglas de juego: oír, ver, callar, obedecer. Una especie de gobierno a cielo abierto, se cree necesaria una unión y organización de la vida allí.
Omar se encarga de la cocina, los mediodías para su grupo y las noches para los de su comunidad Hausa. Para ello, diariamente, harán varios kilómetros cuesta abajo en busca de alimentos y agua. Se come solo si consiguen algo. Esto también lo aprendió Omar.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Omar cae y no puede levantarse. Sobre él, palos de madera rebotan con una brutalidad despiadada»[/four_columns]
28 DE MARZO DE 2014: SENTIRSE MORIR
No sabe exactamente cuántos eran, pero las noticias del día siguiente anuncian que por lo menos fueron 800 personas. Esa madrugada reciben la orden. El gran día ha llegado. No salen todos al mismo tiempo. Omar y otros más esperan en el pumbin (escondite, en lengua hausa). Cuando las fronteras queden libres de vigilancia, ese será el momento.
Omar cree no necesitar escaleras, él tiene la fuerza y la energía, es su primer intento de paso. Sus problemas son los que le dan esa motivación, no puede permitirse pasar más tiempo en ese monte, debe ayudar a su madre. Comienza a ascender hasta que sus manos comienzan a sangrar: se han topado con las cuchillas. Omar siente el llamado a la oración de las mezquitas cercanas. Desea rezar, pero en otro idioma, “en español”.
Ya han llegado las fuerzas marroquíes, intentan atraparlo. Los segundos son vitales y Omar los está perdiendo. Siente como si le aventasen un gancho en su espalda, bajarlo de allí es el objetivo. Ya no tiene mas fuerzas. Cae.
Su mirada se dirige al cielo, siente que un escalofrío le recorre, no puede mover su cuerpo por más que lo intente. Unas voces le ordenan que se levante. “No puedo”, responde. Eso parece insultarlos, se empeñan en ponerlo de pie, Omar vuelve a caer. Y sobre él, palos de madera rebotan con una brutalidad despiadada. Omar cree comprenderlo todo, un llanto le nace desde lo mas profundo.
Nunca nadie le explicó qué se siente al morir, pero él ya le ha puesto nombre. Pide que avisen a su madre, quiere despedirse.
La ambulancia llega finalmente, Omar ya no tiene noción del tiempo transcurrido. Lo suben, junto a más heridos, para trasladarlos al hospital. La música comienza a sonar a un volumen intolerable. Omar les ruega compasión; pero son desoídas sus súplicas.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Omar desconoce la existencia de organizaciones que ayudaran a migrantes. Por un momento, creyó estar en España»[/four_columns]
EL HOSPITAL
Nadie acude a su llamado. Omar se encuentra en la sala de urgencias, con más personas que tuvieron una suerte parecida. Las lágrimas vuelven a brotar. Desearía desaparecer, está agotado y quebrado su cuerpo en partes.
Por primera vez en mucho tiempo, alguien le pregunta cómo se llama, cómo está y si tiene hambre. Personal de la Delegación de Migraciones se hace presente en el hospital, Omar desconoce la existencia de organizaciones que ayudaran a migrantes. Por un momento, creyó estar en España.
El dolor intenso y el llanto se hacen compañeros de Omar durante días. Su cuerpo sigue sin responderle. Un doctor se le acerca y le informa de su situación. Omar recibe las peores noticias: problemas graves en sus pies y su espalda. Deben operarlo y luego tendrá que hacer rehabilitación, pero no le pueden asegurar que pueda volver a caminar. Omar ya dejó de oír lo que el doctor le sigue explicando, sólo retumba en su cabeza la pregunta «¿que será de mi vida ahora?»
La única persona que conocerá su suerte será su hermana. Omar le pide que guarde silencio para con su madre, la conoce muy bien y no quiere preocuparla.
LA FE MUEVE MONTAÑAS
Tras cuatro meses de rehabilitación, Omar abandona el hospital y continúa el proceso de forma ambulatoria. Ahora su hogar estará en la iglesia de Nador. Los resultados comienzan a notarse, muy despacio comienza a mover sus pies. Su Fe permanece intacta, anhela volver a andar para doblar sus rodillas y rezar en la Mezquita más cercana. Sus piernas comienzan a responderle. Vuelve a caminar con la ayuda de un andador.
[four_columns alpha=»0″ omega=»0″][dropcap_custom]»[/dropcap_custom]Hoy sólo puede aconsejar a quien desee realizar este viaje, que no lo haga»[/four_columns]
EL REGRESO
Volver a su Níger, un pensamiento que lo ha acompañado en más de una oportunidad. Dios lo es todo para él y Omar acepta que esto es lo que Él le tenía preparado para su vida, su destino. Piensa, recuerda a sus amigos que ya están en Europa. Por momentos se arrepiente de haber emprendido esta “aventura”. Hoy sólo puede aconsejar a quien desee realizar este viaje, que no lo haga. Omar quisiera olvidarlo todo.
Siente y sabe que hoy no puede intentarlo nuevamente, no así. Se convence que regresar es la mejor opción, solicita el Retorno Voluntario que ya le ha sido concedido. Su madre lo espera ansiosa.
No sabe qué le espera, intenta con todas sus fuerzas imaginar su futuro. Se ilusiona con empezar una nueva vida. Sólo tiene 23 años. Confía en que su Dios algo pueda hacer por él. “Tengo la vida, gracias Dios”, repite.
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LA PRIÈRE D’OMAR
Omar sent sa mort très proche. On dirait que ce sont ses derniers instants de vie. Il supplie aux forces de sécurité d’appeler sa mère, il veut lui dire au revoir. C’est l’aube du vendredi 28 Mars 2014. Les nouvelles “préviennent” qu’environ 800 personnes ont tentés d´entrer á Melilla; il est l’un d’entre eux. Matankari, une ville au sud du Niger, et le Mont Gurugú (Maroc), sont deux endroits séparés pour plus de 600 km de sable. Pendant son long et très dur voyage, il y a eu 3 protagonistes: Omar était l’un d´entre eux, la faim et la soif étaient les deux autres. Un guide accompagné par 17 voyageurs inconnus: l’Europe comme destination commune pour tous; ses rêves, tous différents. Mais aujourd’hui il n y a pas de rêves. Aujourd’hui Omar veut juste tout oublier.
L’ADIEU
Omar serre dans ses bras à la personne qui lui a sauvé la vie. Elle craint pour son sort, il essaie de lui transmettre sa confiance. Chacun d’eux sait que ce moment ne se répétera pas avant longtemps. Il voudrait congeler ce moment et tout ce qui l’entoure dans sa mémoire. Un matin il part en direction de Maradi (Niger), sa sœur l’attend. Il a besoin de la bénédiction de son Dieu pour commencer le voyage de retour. Ils appellent l’Imam de la mosquée et ils vont lire ensemble le Coran pendant 5 heures. Omar se sent déjà prêt et emballe ses affaire, soit presque rien. Il commence à s’habituer à dire adieu, même s’il ne s’en rend pas compte.
AUX PORTES DU DESERT
Sa prochaine destination est Arlit (Niger), aux portes du désert. Son cousin, un très grand connaisseur de la ville, le met en contact avec un inconnu pour traverser le désert Tamanrasette (Algérie). Toutes les choses ont un prix, l`argent qu´il avait épargné commence à disparaitre. Sa vie coûte 25 000 francs. Le silence devient son meilleur ami, ici on ne doit jamais dire que l’objectif est de rentrer en Europe. Les coordonnées ne sont plus sur la carte, le kilomètre suivant est égal au précédent. Il n y a pas assez de saints et de prières pour que la piété arrive. Les signaux qui sont sur le chemin, sont des signaux de mort humain et animal: des os. Le chemin dure un jour et une nuit. Seulement 5 km avant d’arriver à Tamanrasette, ils sont abandonnés à leur sort. Le guide ne peut pas continuer avec eux, car il pourrait avoir des problèmes. Omar essaie de rester calme, la ville semble ne plus être loin. A partir de maintenant, toutes les entrées seront par la porte de derrière. Il n’a pas de «papiers», donc les frontières resteront fermées pour lui. Il prie son Dieu, ses espoirs restent intacts. Quelques âmes errent dans les rues, il arrive à un marché. C’est la première fois de sa vie qu’il est dans un lieu où les gens n’ont pas la même couleur de peau que lui.
DÉCISIONS
Il faut partir encore une fois. Il se souvient de sa mère, et il se met de nouveau à la volonté de Dieu. Un autre bus, une autre journée plus une nuit de voyage. Ils passeront par Ghardaia (Algérie) et après arriveront à Oran (Algérie). Un ami a lui les attend: Rabiu. Ils vont commencer à travailler ensemble pour construire des bâtiments, Rabiu va enseigner à Omar comme se débrouiller dans ce nouveau monde. Les mois passent, Rabiu a choisi de partir; mais Omar n’est pas encore prêt. il doit continuer à travailler pour aider sa mère. Les nouvelles arrivent malgré la distance: Rabiu est arrivé en Europe. Omar avait deux choix pour essayer de faire le même: Italie par la mer, passant d’abord par la Libye, ou l’Espagne o travers la clôture qui sépare le Maroc de Melilla. Rabiu l’a persuadé de choisir cette deuxième option.
MAROC
La prochaine destination est le Maroc, alors il contacte un «connaisseur» de la route. Cela aura aussi un prix, bien sûr. Ils passent la nuit chez lui. Omar ne voyage pas seul: il est accompagnée par 5 personnes. Oujda, un des lieux les plus importants de la route subsaharienne, est la dernière étape avant l’Europe. Ils arrivent à pied, en passant par plusieurs villages. Omar est encore confiant, il sent qu’il se rapproche un peu plus de son rêve: Omar aime les camions et voulait étudier la mécanique. Son arrivé en Europe rendrait ce rêve possible.
LES CAMPS
Une autre image que se répète: avant d’arriver, encore une fois ils sont abandonnés par le guide, mais ils ont réussi a rentrer à Oujda. Omar se dirige vers un établissement en plein air qui est placé devant l’université de la ville. Omar commence à » ouvrir » les yeux. Il comprend les règles, et il cherche le responsable de cette communauté, pour qu’il lui donne le feu vert pour s´établir ici avec eux, en payant, comme d´habitude. Omar a maintenant quelques mètres carrés pour lui : sa «maison» sera une tente faite de plastique, de couvertures et de bâtons de bois. Tout cela fourni par l’ONG Médecins du Monde. Son argent est presque totalement épuisé et il y a encore un long chemin à parcourir, il craint pour sa vie. Alors, il décide qu’il ne restera pas plus de deux nuits ici
PAS DE COMPAS, PAS DE CARTE
Nador est le prochain point sur la carte, mais ils doivent d’abord aller à Taourirt, c’est le meilleur chemin, le meilleur déguisement. Pas de compas ou des cartes, juste leur mémoire pour guide, rappelant les paroles que quelqu’un leur a donné. Ils doivent attendre un train de marchandises, attendent deux jours là-bas, dorment à la gare. Quelques cartons servent de refuge. La deuxième nuit est la nuit choisie pour partir. Trois heures plus tard, le train continue sa marche. Omar a un mauvais pressentiment: Il se approché de quelqu’un pour lui demander ou est ce qu’ils se dirigent: « vers l’autre côté du Maroc, Casablanca », lui répond la personne. La pire des nouvelles. Omar tranquillise les autres membres du groupe, qui commencent à s’inquiéter. Ils descendent a la gare suivante: Taza. Omar leur propose de prendre un bus direct pour Nador, ils refusent l’idée parce que ils craignent d’être pris, mais finalement ils acceptent et prennent le risque.
LE CIMETIÈRE
Ses pieds touchent Nador et la station de police est la première chose qu’ils voient. Le groupe essai d’être invisible. Ils doivent arriver à Beni Enzar, à quelques kilomètres de la. Omar demande à un chauffeur de taxi si il pouvait les amener. Il accepte et leur fait payer le prix fort. A chaque fois qu’il s’en souvient, Omar ne peut s’empêcher de sourire car il sait que le prix était exagérer. La nuit est la seule compagnie qu´ils ont. Une fois à la gare de Beni Enzar, ils doivent trouver le cimetière pour après monter au Mont Gurugú. Ce sont les coordonnes. Mais ils reviennent toujours au début, encore et encore. Omar joue sa dernière carte: il appelle un homme qui habite au Gurugú, l’attente dure jusqu’à 5 heures du matin. il les emmenant au sommet et leur offre un endroit pour se reposer.
LE GURUGU
La nuit laisse place au jour suivant et Omar ne peut pas croire ce qu’il voit: les gens vivent dans des conditions qu´il n’avait jamais vu avant. Il prie son Dieu, il supplie de l’aider a traverser les frontières le plus tôt possible. Ils ont quelques dirhams : 300 entre tous pour payer leur séjour d’une semaine. Omar comprend les règles: écouter, regarder, faire silence et obéir. Ils se sont organisés dans une sorte de gouvernement ouvert et informel. Omar est en charge de la cuisine, où il fait le repas pour son groupe à midi et pour la communauté Haute le soir. Tous les jours, il fera plusieurs kilomètres de descente à la recherche de nourriture et d’eau. Ils ne mangent que si ils arrivent a trouver quelque chose
28 MARS 2014: OMAR SE SENT MOURIR
Personne ne sait exactement combien ils étaient, mais les nouvelles du lendemain ont annoncé qu’il y avait au moins 800 personnes. Enfin ils reçoivent l’ordre. Le grand jour est arrivé. Ils ne vont pas y aller tous ensemble. Omar et quelques autres vont attendre dans le Pumbin. Lorsque les frontières sont sans surveillance, c’est le moment. Omar ne croit pas avoir besoin d’un escalier, car il a la force et l’énergie, et c’est sa première tentative. Ses problèmes sont sa motivation. Il ne peut pas se permettre de passer plus de temps sur ce mont: Il doit aider sa mère. Il commence à monter, jusqu’a ce que ses mains se mettent à saigner, à cause des lames. A ce moment-là, Omar entend des prières qui proviennent des mosquées de Melilla, mais maintenant, en autre langue: l’espagnole. Les forces auxiliaires marocaines arrivent et essayent de l’attraper. Il sent comme si quelqu’un l’aurait planté un crochet sur le dos. Les militaires on pour objectif de le faire descendre. Il n’a plus de force. Il “tombe”. Son regard se dirigé vers le ciel, il sent un frisson et ne peut pas bouger son corps. Des voix lui ordonnent de se lever. » Je ne peux pas», Omar répond. Cela semble les insulter, ils sont déterminés à le mettre a terre. Omar tombe encore. Des bâtons en bois rebondissent avec une brutalité impitoyable. Omar croit tout comprendre, il pleure. Personne n’a lui avait jamais expliqué quel est le sentiment avant de mourir, mais il le sait déjàil appelé sa mère, veut lui dire adieu. L’ambulance finalement arrive, Omar n’a plus la notion du temps. Il est place dans l’ambulance avec plusieurs blessés en route vers l’hôpital. La musique sonne à un volume intolérable. Omar prie.
L’HÔPITAL
Personne ne réagit à son appel, Omar est dans la salle d’urgence avec plusieurs qui ont eu le même sort. Les larmes viennent. Il voudrait disparaître. Il est crevé et son corps est brisé. Pour la première fois depuis longtemps, quelqu’un lui demande son nom, comment va-t-il et s’il a faim. Le Personnel de la délégation des migrations se présente à l’hôpital, Omar n’était pas au courant de l’existence d’organismes qui aident les imigrants. Pour un instant, il pense qu’il est en Espagne. Pendant des jours, une douleur intense et des pleurs vont l’accompagner. Son corps ne répond plus. Un médecin s’approche de lui et l’informe de sa situation. Omar a reçu la pire des nouvelles: il a de graves blessures aux pieds et dans le dos. Il doit devra être opéré et faire de la réhabilitation, mais ils ne peuvent pas lui assurer qu’il pourra marcher de nouveau. Omar a arrêté d’entendre ce que le médecin lui expliquait, il veut juste savoir que va devenir sa vie aujourd’hui. Sa soeur est la seule a savoir la vérité. Omar lui demande de ne rien dire à leur mère, il la connaît bien et ne veut pas l’inquiéter.
LA FOI DÉPLACE LES MONTAGNES
Après environ quatre mois de réhabilitation, Omar quitte l’hôpital et continue sa récupération de façon ambulatoire. Maintenant, sa maison sera l’église de Nador. Les résultats commencent à se faire sentir. Il commence lentement à bouger ses pieds. Sa foi reste intacte, il voudrait marcher à nouveau pour aller à la mosquée la plus proche. Ses jambes commencent à réagir. Il peut marcher grâce a des béquilles
LE RETOUR
Omar rentre au Niger, une pensée qui l’a accompagné plus d’une fois. Dieu est tout pour lui et il accepte ce a quoi Dieu l’a destiné. Il réfléchit et pense a tous ses amis qui sont déjà en Europe. Parfois, il regrette d’avoir entrepris cette «aventure». Aujourd’hui, la seule chose qu’il pourrait conseiller à ceux qui veulent faire le voyage, c’est de ne pas le faire pas. Omar voudrait juste oublier. Il sent et sait qu’aujourd’hui, il n’essaiera plus, au moins pas de cette manière. Il a choisi le retour volontaire comme sa meilleur option, et les autorités lui ont donné. Sa mère l’attendait patiemment. Il ne sait pas ce qui l’attend et essaie avec toutes ses forces d’imaginer son avenir. Il est heureux de commencer une nouvelle vie. A seulement 23 ans. Il a encore foi en Dieu. «Dieu merci, je suis vivant», dit’il.
[…] Omar le pone rostro a la muerte. Siente que estos son sus últimos suspiros en este mundo. Suplica a las fuerzas de seguridad que avisen a su madre, quiere despedirse. Madrugada del viernes 28 de marzo de 2014. Las noticias “alertan” que alrededor de 800 personas han intentado entrar a Melilla. Omar era uno de ellos. Recorrió más de 4800 km para perseguir sus sueños en Europa, hoy solo quiere olvidarlo todo. Lee la historia aquí. […]