Estreno de ‘Welcome Home’ en cines

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Tras recoger el Premio del Público en el Festival de Cine LGTBI de Barcelona, se estrena en los Cines Girona de Barcelona ‘Welcome Home: una historia de familia’, de nuestro compañero Pablo Rogero, quien siguió durante tres años el proceso de gestación subrogada de una pareja gay de la ciudad.

Por PABLO ROGERO >

Los Ángeles. Febrero de 2014. Tres y pico de la madrugada. Suena el teléfono, me despierto de golpe y corro a cogerlo, llego tarde. Dos llamadas perdidas de Sergio. Devuelvo la llamada tan rápido como puedo, su voz suena nerviosa, la mía debe ser de ultratumba. Me dice que Edith está de parto y que él y Mario salen en 20 minutos hacia el hospital, que pasan a buscarme. Le digo que si a todo, corro a la ducha y me doy cuenta de que dos años después ha llegado el momento.

(Diario de rodaje de Welcome Home)

El nacimiento de Galileo fue uno de los muchos “finales” de Welcome Home: una historia de familia. Ponía punto a un proceso de gestación subrogada que se había iniciado en el año 2011 cuando Mario y Sergio, una pareja de Barcelona, decidieron poner todos sus esfuerzos en traer al mundo un hijo.

Conocía personalmente a Mario y le propuse hacer un seguimiento de todo el proceso desde el punto en que estaban hasta el nacimiento del bebé en California y su regreso a Barcelona. Cuando tuve su consentimiento, comenzamos el rodaje, allá por marzo de 2012. Yo sabía muy poco de la gestación subrogada, de hecho aun me refería a ella como “vientre de alquiler”, término que detestan quienes recurren a esta técnica y que hube de desterrar de mi vocabulario tan rápido como pude. En aquel momento ellos ya habían hecho un primer viaje a California para donar su esperma y junto con el ovulo de una donante anónima tenían varios embriones congelados preparados para realizar la transferencia a la gestante… Desde el primer momento me llamó la atención la cantidad de personas que de una u otra manera participaban del proceso y la aparente frialdad cuando se usaban términos como “material genético” “transferencias embrionarias” o “gestantes”. Me bastaron dos o tres jornadas de grabación para darme cuenta de la maraña burocrática en que se sumergen quienes recurren a este tipo de procesos. También la intervención de muchos intermediarios necesarios en este tipo de trances: notarios, abogados, y médicos, claro.

No entraré en muchos detalles para no desviar algunas partes de la historia, pero “de repente” habían pasado dos años, yo había continuado el seguimiento y Mario y Sergio había ido sorteando obstáculos de todo tipo para, por fin, poder viajar en enero de 2014 a Los Ángeles para el nacimiento de su hijo. En ese tiempo habíamos hablado, hablamos mucho. Las entrevistas regulares me sirvieron para conocerles como pareja para saber cuan importante era para ellos el ser padres, como habían priorizado éste sobre otros asuntos y, lo que fue una constante desde el inicio, la absoluta “normalidad” con que ellos vivían este proceso. “Es nuestro manera de ser padres” repetía Sergio. En un intento de reflejar esa facilidad para aceptar la carga añadida que impone está elección (desde una inversión económica desorbitada hasta las injerencias de quienes se erigen en jueces de vidas ajenas) también les observé en su día a día. Poco a poco mi presencia y la de la cámara iba pasando más desapercibida y podíamos verles en su intimidad, compartiendo a solas o con sus muchos amigos y familiares los miedos, las ilusiones las penas y las alegrías por las que estaban pasando.

Ya en California, pude grabar los días previos al nacimiento de su hijo y conocer por fin a Edith, la gestante. La mujer que llevaba en su vientre al protagonista de esta historia resultó ser una chica sencilla, pero nada ingenua, de 25 años, casada y con una hija de tres años. Los días que pude grabar en California fueron sin duda los mejores momentos de toda la historia, nuestro embarazo 2.0 vivido a distancia, al calor de mensajes, mails y conversaciones por Skype dio paso a miradas, gestos y muestras de cariño.

Sin embargo, el que era el final previsible de esta historia no llegó. Después de “el momento” del nacimiento y tras la emotiva despedida en casa de Edith, el retorno de Mario, Sergio y Galileo se vio enturbiado por una decisión política. Como ya explicó anteriormente mi compañero Aitor Fernández en un reportaje, amparándose en una resolución judicial a destiempo, el cónsul de España en Los Ángeles paralizó de golpe el registro de niños por gestación subrogada. De este modo Galileo volvió a España con nacionalidad estadounidense y vivió en un limbo jurídico hasta que le fue concedida la española, seis meses después.

Welcome Home pretende ser reflejo de todo eso, por eso esta hecho a jirones. Con la esencia de momentos que no se repetirán jamas e intentando apelar a la empatía de una experiencia única, la paternidad, vivida de una manera diferente pero cada vez más recurrente. De dos personas con una meta común dispuestas a conseguir su objetivo a base de paciencia, confianza mutua y, merece la pena recordarlo la semana en que estrenamos en salas, dispuestos a ser observados y compartirlo con todos nosotros. ¡Nos vemos en el cine!

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