‘La Barceloneta’, un barrio degradando por la visita diaria de miles de turistas, ha sido sin embargo uno de los más auténticos de la ciudad. La alumna Rakel Romo buscó y fotografió durante todo el curso ‘Fotoperiodismo Libre’ a esos personajes auténticos y eligió a 6 para su proyecto final. En ellos está esa Barceloneta invisible, la menos fotogénica para el turismo y el Poder, la que sobrevive entre la locura y la cordura.
Por RAKEL ROMO > Seguir a @DateCuenta
Con estas fotos y estas letras no pretendo cambiar nada, sólo acercar aquellas palabras que en una ocasión escuché de una indígena de Chiapas: “Debemos escuchar con el corazón y hablar con el corazón, el mundo sería mejor.”
Así que, cámara en mano, me he dedicado a pasear por mi barrio, la Barceloneta, para escuchar con el corazón a estas personas y darles voz. Os puedo asegurar que así como aquellos poblados indígenas me enseñaron muchas cosas, de todas estas personas también he aprendido algo, y ese algo no es la caridad, ni siquiera la solidaridad. He aprendido valores, la lucha de la vida y otros puntos de vista.
Rosa, 63 años. “No pierdo la sonrisa, llevo tres años luchando por mi casa. Avalé a mi hijo y no le fue bien, ahora vivimos los seis en casa. Mi día empieza a las 5:30 am y nunca sé cuándo termina. Empiezo a ver salida. Trabajo en una multinacional y estoy deseando jubilarme. En la vida hay muchas cosas que te tienes que echar a la espalda.”
Roberto, 40 años. Lleva viviendo 6 años en la calle. Se mueve entre la Barceloneta y el Parc de la Ciutadella. Es de Barcelona y siempre ha sido punk. “Decido vivir en la calle para no tener que entrar en el sistema. Mi única dependencia, la metadona”.
Miguel, 78 años. Está jubilado y vive en la calle desde hace 1 año. Ha sido camionero, camarero, peón… No ha llegado a cotizar lo suficiente como para recibir la jubilación. Me dice que solo tiene para pagar una habitación. Él decide vivir en la calle y este dinero se lo gasta en “disfrutar”. Frecuenta albergues y tiene un grupo de amigos con los que se reúne en la plaza del Mercado de la Barceloneta, donde comparten vivencias, charlas y vino.
Rafael, 64 años. “Mi primer trabajo fue de lazarillo, soy de Olivenza, un pueblo de Badajoz. Aprendí a leer en los carteles. No creo en Dios, es una fábula más…“. Me habló de poetas y escritores y me explicó con una cita de Unamuno lo que según él siempre ha pasado en España: “Hacen burros para ellos montar a caballo.”
Omar, 70 años. “Mi vida ha sido la música, soy maestro de percusión. Hace 40 años que no voy a mi tierra. Me están dando tratamiento de quimioterapia y, a veces, me canso. Hace unos días, unos amigos me dijeron de ir a tocar. Fui con mis bongos pero a la media hora sentí que no podía más. Yo seguiré tocando, aunque me canse. Vengo a ver el mar.”
Mensajeros de la paz. Paseando un domingo por la mañana me encontré con esta bella estampa. Compartían lectura en un banco, cruzaban sus manos y se acariciaban. Él tomaba el sol
con los ojos cerrados, ella leía. De tanto en tanto, le leía a él. Otra manera de disfrutar el día, de ver el mundo, de compartir, de hacer sentir bien el uno al otro, de hablarse sin decirse palabras. De encontrarse.
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Los retratos son una pasada. Un reportaje necesario.. la cordura realmente tiene mucho que envidiar a la supuesta locura.
Saludos,
Laura A.