El pasado viernes 24 de noviembre, Palenciano e Iván Larreynaga presentaban su libro «Si es amor no duele» en el Centro de Recursos para Jóvenes de Can Xic, en Viladecans, y estuvimos acompañándoles con el curso de Escritura de no ficción de nuestra escuela. La pareja lleva tiempo recorriendo institutos y teatros. Con su monólogo, denuncian la historia universal de las relaciones machistas y la construcción de estereotipos que las generan; con su trabajo pedagógico contribuyen a desmontar el mito del amor romántico.

Ivan Larreinaga y Pamela Palenciano con el libro Si es amor no duele

El libro «Si es amor, no duele» y sus coautores, Iván Larreynaga y Pamela Palenciano. | Foto: AITOR FERNÁNDEZ

Un libro para generaciones futuras

Por JUANI PÉREZ, MACARENA LÓPEZ, MAR LÓPEZ, PACO GARCÍA, ALESSANDRO IASILLI, AITOR FERNÁNDEZ  Y MÓNICA SOLANAS | @dcuenta

«Si es amor no duele»: así es cómo los autores entienden la vida y las relaciones sentimentales dentro del entorno machista que envuelve a la sociedad. De esa comprensión surgen y se nutren los monólogos y charlas que desde hace siete años han estado presentando. Ahora, a estas presentaciones han incorporado el libro, en el que denuncian las distintas formas de demostraciones machistas, sobre todo en las relaciones entre adolescentes, y la creación de un sistema educativo que inculca comportamientos de dominación por parte de los hombres y de sumisión por parte de las mujeres. Llegó por la necesidad de ir más allá: «Un libro tiene esa sensación de intimidad», dice Iván, algo que no se consigue con el monólogo.

«Yo soy el escribano de Pamela. Solo le di forma literaria. La historia ya estaba. La historia es Pamela». Mientras él explica el origen del libro, escrito a cuatro manos, Pamela parece alejada del mundo y extremadamente presente al mismo tiempo. Ha escuchado su historia mil veces y deja que Iván se la cuente al público. Ambos nos comparten su intención de que el libro se convierta en una herramienta para generaciones futuras.

Empezaron hace casi una década en El Salvador, de donde es originario Larreynaga, impartiendo talleres de género en los barrios más peligrosos e inaccesibles. Solo con el permiso de un palabrero podían cruzar el puente social que divide el mundo corriente del pobre, del olvidado, del prohibido. «No fue fácil tirar adelante los talleres», recuerda Iván. «A veces surgían cuestiones que no se podían ignorar. Un día, las niñas que llevaba Pame le dijeron: ‘Oye, no es verdad que todas somos iguales aquí. Nosotras somos mujeres indígenas y tú eres una mujer blanca’«.

Fue en El Salvador donde ambos comprendieron la magnitud de la violencia, una violencia que lo empapa todo de manera estructural. Él, hijo de la guerra y de una mujer guerrillera que luchó por un país menos pobre. Ella, guerrera contra la violencia de un hombre que casi la mata en dos ocasiones. Pamela había empezado a contar su historia y fue junto a Iván cuando se cerró el círculo. Y escribieron el libro para explicar lo que nunca les contaron a ellos: que el amor no se encuentra, se construye poquito a poco cada día. Que el amor, el de verdad, suma, te hace crecer, te libera.

El salvadoreño rememora en voz alta el inicio de la forma definitiva de los talleres: «Una vez estaba viendo el taller de Pame desde detrás del escenario. Me quedé atónito, casi en trance. La vi moverse como si estuviera bailando, cada vez con más hipnosis, con más encanto. Nos dimos cuenta que el taller había terminado: ahora era un monólogo teatral«. En él, Pamela transmite complicidad con su sonrisa, te muestra el encanto y el horror de manera que lo ves ahí, paseándose en el escenario.

Representar al agresor fue una de las claves del éxito. En todos los lugares hay una o dos chicas que se reconocen. A veces, los chicos también. «Porque esto no sirve si no hay chicos que reconozcan cuál es su poder«, dice Pamela. Cuenta Iván que, al final de cada presentación, algunas personas se acercan a ellos admitiendo ese reconocimiento. Esto les permite abrirse y crear sinergias para modificar futuros comportamientos machistas.

«Debemos ser conscientes de nuestros privilegios y luchar por la equidad», dice Pamela, «solo así, reconociéndonos, podremos cambiar». Y plantea lanzar preguntas que nos interpelen. «El melón ya está abierto en América Latina, pero aquí no», señala Pamela. «En España se supone que no existe la violencia machista, de la misma manera que no existen las víctimas del franquismo. Porque nuestro país no quiere asumir lo que es: machista, racista y clasista. Sobre las campañas institucionales», continúa, «está bastante claro que están hechas por hombres. Lo que necesitamos ahora es que se dirijan a los maltratadores».